El aviador (2004)

Caída en picado

Aunque el periplo del peso pesado del Séptimo Arte Martin Scorsese ha estado lleno de altibajos en los últimos años, el cineasta remonta el vuelo con esta biografía del fascinante y controvertido Howard Hughes. Playboy, millonario, inversor inmobiliario, productor y director cinematográfico, también fue empresario aeronáutico y gran aficionado a la aviación. El guión del consagrado John Logan (El último samuráiGladiator) sigue los pasos del personaje durante dos décadas, arrancando a finales de los años 20, cuando ronda los 25 años de edad. Heredero de la empresa paterna, decide invertir una desorbitada suma de dinero en Ángeles del infierno. Se trata de una película de aventuras áereas para la que contrata numerosos pilotos que propician asombrosas secuencias de aviones filmadas sin efectos especiales.

El film describe minuciosamente su romance con la mítica Katharine Hepburn, una actriz de fuerte personalidad, y también su aventura en la potente compañía aérea TWA. Como empresario aeronáutico, Hughes prueba sus prototipos de sofisticados aparatos, y realiza un fuerte desembolso para llevar a buen puerto la construcción del Hércules, un aparato. Pero Hughes se estrella con uno de sus aviones, y también empieza a sufrir una enfermedad degenerativa, que le lleva a convertirse en un fanático de la higiene y a recluirse sin apenas contacto con el exterior.

Scorsese ha conectado con DiCaprio, actor tan italoamericano como él, con el que repite por segunda vez consecutiva, y que fue el promotor del proyecto. Pero nadie diría que se trata de una iniciativa ajena, pues Scorsese fagocita al personaje. En sus manos, Hughes se convierte en uno de sus típicos antihéroes excéntricos que tras un meteórico ascenso asimilan malamente el éxito y acaban trastocados. El esquema del film recuerda sobre todo a Toro salvaje, pero también a Uno de los nuestros y Casino. Por otro lado, la odisea del personaje para sacar adelante el Hércules, una iniciativa tan bienintencionada como megalómana, recuerdan a empresas épicas del propio Scorsese, como la de sacar adelante Gangs of New York, enfrentándose incluso a los productores del film. En este sentido viene a la memoria Tucker, un hombre y su sueño, donde Coppola hablaba de sí mismo, aprovechando la historia de un empresario real, obsesionado con construir el mejor coche el mundo (como Hughes el mejor avión del mundo).

Si bien los detractores pueden argumentar que sobra algo de metraje, también es cierto que realiza una fascinante reconstrucción de la época, incluidos los años dorados de Hollywood. Y como siempre, compone más de una secuencia espectacular (sobre todo el rodaje de Ángeles del infierno) y otras intimistas, pero apasionantes, como la comida en casa de los padres de Hepburn. Maestro del cine, Scorsese integra de forma apabullante elementos fílmicos como la vistosa fotografía de Robert Richardson, responsable de Kill Bill o la música del autor de El señor de los anillos, el canadiense Howard Shore. En definitiva, un título que sin ser totalmente redondo, devuelve a su autor al Olimpo. Y aunque a Scorsese se le escapó una vez más ese Oscar que injustamente nunca le ha llegado, el film se llevó cinco de once nominaciones, convirtiéndose en la más premiada del año. La estatuilla más merecida quizás fue la que se llevó Cate Blanchett, estupenda como la irrepetible Hepburn.